A veces decir el nombre de una persona equivale a decir el de una empresa.
Steve Jobs y Apple.
Elon Musk y Tesla
Juan Roig y Mercadona.
Sin embargo hay gente que va más allá, y cuyo nombre representa no sólo a una empresa, sino a una industria entera.
Querido lector, te estoy hablando de Stan Lee (ya sé que no es ninguna sorpresa porque has leído el título).
En la edicición de esta semana de esta, tu newsletter, te voy a hablar de marketing y de ese gran personaje que fue el editor de Marvel. Verás que hay mucha tela que cortar.
Vamos pallá:
Esta es una de las ediciones que he escrito con más gusto. Si ya llevas algún tiempo por esta casa, sabrás que los tebeos (si eres del otro lado del charco, te diré que así llamamos a los cómics en España) son una de mis pasiones frikis favoritas.
Mis suscriptores premium tienen conciencia de esto, ellos saben por qué.
Stan the Man
Stan Lee nació como Stanley Lieber el 28 de diciembre de 1922. Lo del cambio de nombre se debe a que cuando empezó en esto, él lo que quería era ser escritor y publicar la gran novela americana.
Como los tebeos no tenían una gran fama en aquel entonces, no quería mezclar su nombre con esto. Por eso empezó a escribir con seudónimo. Así podría sacar su obra maestra con su nombre verdadero, y mandar al carajo los tebeos.
Años más tarde cambió su nombre legal por el artístico.
En diciembre de 1940, Lee, que era un pipiolo, entró a trabajar en la entonces llamada Timely Comics. Esta editorial acababa de dar un pelotazo cuando dos chavales llamados Joe Simon y Jack Kirby sacaron el número 1 de Capitán América unos días antes.
Nuestro protagonista tampoco tuvo que pasar unas oposiciones precisamente: entró por enchufe. Stan era el primo de Jean Goodman, esposa de Martin Goodman y dueño de la editorial.
Poco a poco, con altibajos, desarrolló una carrera ascendente que sería muy larga de contar aquí, a pesar de que es una historia apasionante…
Y ahora sí, vamos con el marketing y nuestro personaje:
Muchos datos que expongo están extraídos del libro: “A Marvelous Life: The Amazing Life of Stan Lee” de Danny Fingeroth.
1️⃣ La importancia de la marca personal
Para el mundo de los cómics, decir Marvel es lo mismo que decir Stan Lee. Incluso consiguió personificar la industria entera con su persona, como dije en la introducción.
Podemos decir que nuestro amigo llegó un momento en que gozó de cierta fama. Definitivamente entre los aficionados a los tebeos, pero no sólo entre estos.
Daba charlas en universidades, hacía programas de radio, debatía en medios públicos, etc.
Por ponerte un ejemplo: a Mort Weisinger, que era el que hacía el trabajo de Stan Lee en DC, no le conocían ni en su casa a la hora de comer.
No era el caso de nuestro amigo.
Por otro lado, en aquellos años, los autores a menudo no estaban acreditados, y sin embargo Marvel empezó a hacer cosas como las que se ven en la imagen. Poner ese tipo de comentarios junto a los nombres, iba mucho con la personalidad de Stan Lee, que era, según dicen, de trato amable y jocoso.
2️⃣ Ir en contra del mercado
En el año de Nuestro Señor de 1961, Stan Lee estaba hasta los cojones de los tebeos. Pensaba largarse de Marvel cuando su primo político, Martin Goodman, le encargó revivir los cómics de superhéroes, debido al éxito que estaba teniendo la Liga de la Justicia de DC.
Algunos años atrás, Fredric Wertram, un psiquiatra con mucho tiempo libre, publicó un libro llamado “La Seducción del Inocente”. En él explicaba la mala influencia que los tebeos tenían sobre los niños.
Esto provocó una crisis en la industria, haciendo que desaparecieran muchos tebeos de superhéroes y provocando la autocensura de los editores, surgiendo el llamado "Comics Code".
Además quería un grupo de héroes, para imitar a los de la competencia.
Hablando de esto con Joan, su señora, ésta le dijo que por qué no hacía algo diferente, lo que a él le gustaría hacer. Después de todo, lo peor que le podía pasar era que le despidiesen, y tampoco le importaba mucho (esto era poco probable, al ser pariente de su jefe).
Entonces planteó lo siguiente (entre otras cosas):
Los nuevos superhéroes no tendrían identidad secreta.
Tampoco llevarían uniformes (al menos eso pensó al principio).
Vivirían en Nueva York, no en Metrópolis o Gotham (aunque en el número 1 ponía que vivían en Central City). Más apegados a la realidad.
Con “La Cosa” demostraban que un superhéroe no tenía que ser atractivo físicamente.
Fue un pelotazo.
Gordo.
Eran unos personajes que no tenían nada que ver con lo que había en el mercado. Hasta ahora, un superhéroe con identidad secreta cogía en cada número a un malo, le daba fuerte y flojo, y volvía a su apariencia “de calle”, por así decirlo.
Los Cuatro Fantásticos eran algo diferente.
Algo nuevo.
Aunque en número 1 era un poco mojónico, la verdad, dejó señales de lo que estaba por venir. Su éxito determinó que la empresa apostara por la creación, en un plazo de pocos años, de un elenco de personajes, que conforman el Universo Marvel que conocemos hoy día.
3️⃣ Queridos Stan & Jack
Ahora vemos con frecuencia, como incluso los correos electrónicos que nos mandan grandes empresas, vienen remitidos por un nombre de persona. Algo así como “Maripepi from Apple”.
Se supone que empatizamos mejor con personas que con corporaciones.
Stan Lee ya comprendió eso en los años 60. Mientras que en todas las publicaciones de la competencia las cartas se remitían a “Querido editor”, Lee ordenó cambiar en una ocasión el saludo por “Queridos Stan y Jack”, cambiando totalmente el concepto.
A partir de ese momento, los lectores no se dirigirían a un ente desconocido, el editor, sino en persona a aquellos profesionales que admiraban, convirtiéndoles en seres mucho más cercanos.
Muy listo, ese Stan.
4️⃣ Hacer sentir a los lectores como parte de un público especial
Ahora no es nada novedoso eso de que una empresa utilice para vender el argumento de sentirte especial al ser usuario de una marca.
Apple es un gran ejemplo de ello: “Piensa diferente”.
Antes del funnel hacking y todas esas cosas, Stan Lee ya lo había hecho.
Entendió que no estaba vendiendo sólo el contenido de los cómics, sino relaciones personales (en palabras de su biógrafo Danny Fingeroth). Hacía pensar a sus lectoresque eran algo especial solamente por estar leyendo esas historias.
Consiguió que pasasen de ser un producto para niños, a que los universitarios también lo leyeran.
Adultos bien educados estaban empezando a inspirarse en los cómics de Marvel, rompiendo con el cliché de que era un producto infantil.
Creo que probablemente estas historias aparecieron en el tiempo adecuado en el lugar adecuado: los Estados Unidos en los años 60. Los asesinatos de Kennedy y Luther King, Vietnam, el movimiento por los derechos civiles, la carrera espacial y la guerra fría….
Campo abonado para mentes fértiles como las de Lee y Kirby, por ejemplo.
DC tenía a Superman y Batman. Vendian más tebeos. Pero gracias a las intervenciones de Stan, los tebeos de Marvel empezaron a formar parte de la contracultura, como otras manifestaciones artísticas.
5️⃣ Empatizar con tu cliente ideal
Como he dicho arriba, las historias superheróicas eran bastante parecidas: malote comete una fechoría, y el héroe se disfraza, le da hostias como panes y todo vuelve a la normalidad.
Así un número tras otro.
Los cómics adquirieron más interés cuando se concentraron en por qué los héroes hacían las cosas, sus motivaciones.
Cambió el género por completo haciendo que los personajes parecieran más humanos, con rupturas sentimentales, problemas de pasta para pagar el alquiler, etc. En definitiva, preocupaciones con las que cualquiera se puede identificar.
Ahora nos parecen cosas evidentes, pero en aquel momento era una revolución. Eso también provocó que el buyer persona de aquellos tebeos fuera subiendo paulatinamente su edad.
Cualquier adolescente podía identificarse con Peter Parker, un chaval que sufre mobbing en el instituto, y al que las féminas no hacen ni puto caso. De hecho, el motivo de que lleve una máscara que le cubre la cara por completo es el pensamiento de que “Spiderman puede ser cualquiera”.
Los autores fueron repitiendo variaciones de la misma fórmula, y dando forma a esos personajes tan carismáticos.
Espero que el artículo de hoy os haya gustado. Se me han quedado muchas cosas en el tintero, que quizá vaya publicando poco a poco en notas, o en otra edición, si reventáis el botón de “me gusta”.
Me gustaría preguntarte qué te ha parecido lo que te he contado, si te gustan los tebeos, y en caso afirmativo, qué lees. Estaré encantado de leerte.
La semana que viene, más.
El domingo a las 10:30, hora española.
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El miércoles en vuestras bandejas de entrada.
Vaya masterclass nos has dado de Stan Lee. Yo que no estoy metido en esto de los comics, no conocía todas estas historietas.
Al final, cosas como la marca personal, entender bien a tus clientes (lectores) o hacerles sentir especial son cosas que, aunque ahora se hable más de ello, siempre ha estado ahí.
Me ha gustado mucho Rafa, ¡te animo a compartir más contenido así! Ahora que no nos lee nadie te cuento un secreto: nunca suelo comentar porque lo que sueles escribir se me suele escapar en su mayoría, pero si quieres hablar de cómics ¡Aquí me tienes!.
Acuérdate de leer Locke & Key de Joe Hill (hijo de Stephen King) y me cuentas.
¡Un abrazo!